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Mostrando entradas de 2010

Simone Weil. La amistad pura.

CANCIANI Domenico y VITO, Maria Antonieta (ed.), Simone Weil, La amistad pura , Narcea, Madrid, 2010, 15,5 x 21,5, 126 pp. Recogen y comentan extensamente los editores de este libro algunos textos de Simone Weil, escritos durante los meses que, entre 1941 y 1942, permaneció en Marsella. Fue una etapa breve, pero intensa en la que entabló amistad con el sacerdote Joseph-Marie Perrin, animador de los primeros círculos de amistad juedeocristiana, y con los escritores católicos Gustave Thibon y Joë Bousquet. Canciani y Vito analizan con detenimiento la relación de Weil con ellos, como preparación para la lectura de las cartas que ella dirigió al campesino anarquista Antonio Atarés, internado en diversos campos, primero en la Francia de Vichy y luego en Argelia. Es en estas donde brilla por completo la pureza de alma de la autora. Hemos de tener en cuenta que se dirigen a un desconocido, a alguien de quien tiene noticias por un amigo común, y del que únicamente sabe que se encuentra solo y

Marcelino Camacho: el mito y la vida

El fallecimiento de Marcelino Camacho y, aún más, la ola elogios a su persona que, con escasas disonancias, como la de Salvador Sostres, ha acompañado la noticia, me ha llevado a rememorar hechos lejanos de mi vida y a meditar sobre esa falsificación del pasado que, con el nombre de memoria histórica, se nos quiere imponer desde el poder. Tuve la oportunidad de conocerle y tratar con él a diario durante dos meses en el verano de 1975. Con él y con Nicolás Sartorius, Fernando Soto, Eduardo Saborido, Francisco Romero Marín y muchos otros menos conocidos. Sin duda, de todos ellos, Camacho era el que más interés despertaba entre los jóvenes, aunque Eduardo Saborido nos hacía reír con ese sentido del humor que tópicamente identificamos con Andalucía, o Romero Marín nos impresionaba y hasta atemorizaba con su fama de hombre duro, curtido en la Guerra Civil y en el Ejército Soviético. En lo que a mí respecta, me atraía especialmente Nicolás Sartorius, a quien recuerdo meditabundo y abstraído

Rosa Diez y la reforma del sistema electoral

Afirma Rosa Díez que es necesario avanzar hacia un sistema electoral más proporcional, y para conseguirlo propone aumentar a cuatrocientos el número de diputados, así como modificar las circunscripciones electorales. Una mitad del Congreso se elegiría mediante listas nacionales, en tanto que el resto lo haría en listas autonómicas. La idea suscita algunas reflexiones que desarrollaré en las líneas siguientes, aunque ya de entrada sospecho que a pocos ciudadanos les entusiasmará la idea de añadir cincuenta abnegados padres de la patria a los que actualmente velan por el bien de la nación. La señora Díez parece aceptar como axioma que el Congreso de los Diputados debe representar de la manera más fiel posible las plurales opciones de la sociedad. Aunque a priori la idea se antoja lógica y atractiva, presenta, no obstante algunas sombras, de las cuales no es la menor que un sistema así puede conducir a la constitución de parlamentos excesivamente fragmentados, en los cuales la formación

Siglos de desencuentro

La historia de las relaciones entre judaísmo y cristianismo es la de un desencuentro tan largo como doloroso. Sobra decir que a los cristianos nos cabe la mayor responsabilidad, ya que en nombre de nuestra religión los judíos han sido a menudo perseguidos. Aún hoy, es frecuente escuchar en iglesias católicas homilías en que el sacerdote presenta una visión errónea, casi caricaturesca del judaísmo, llevado por el afán de mostrar el mensaje de Jesús como algo radicalmente nuevo, totalmente distinto de las doctrinas imperantes en su época. En la mayoría de los casos, no cabe atribuir tal actitud a mala voluntad, sino al peso de una inercia de siglos, y también a una deficiente comprensión del Tanaj (el Antiguo Testamento) así como a un casi total desconocimiento del Talmud y de la literatura y tradiciones rabínicas. Los cristianos olvidamos fácilmente, quizá porque nunca se nos ha explicado, que Jesús de Nazaret, al igual que sus apóstoles, era un judío observante de la Torá , que leía

Víctimas con rostro

Este artículo se ha publicado también en Periódico Liberal. el Reformista : http://www.periodicoliberal.com/2010/09/08/victimas-con-rostro/ He leído muchos relatos sobre la Shoá, pero hasta el pasado dos de septiembre nunca me había encontrado cara a cara con un superviviente. Fue en un acto de homenaje celebrado en el Colegio de Médicos de Madrid y enmarcado en un curso de verano organizado por Casa Sefarad y la Universidad Autónoma. En primer lugar, Henri Borlant relató su adolescencia, quizá la falta de ella, en Auschwitz, Oranienburg y Buchenwald. Continuó Jaime Vándor Koppel, uno de los niños salvados por Ángel Sanz Briz y Giorgio Perlasca en las casas españolas de Budapest, quien tras una breve introducción, pasó a entrevistar a la señora Mazaltov Behar Mordoh, sometida a experimentos médicos en Auschwitz. No escuché nada que no supiera de antemano. Tampoco los oradores se recrearon en los aspectos más brutales de la vida en el Lager o en lo más doloroso de sus recuerdos. Hablaro

Marxismo y relativismo moral

Este artículo se ha publicado también en Periódico Liberal. el Reformista : http://www.periodicoliberal.com/2010/08/24/marxismo-y-relativismo-moral/ En estos tiempos de pensamiento débil, abandonados ya los grandes sistemas filosóficos es probable que pocas personas, sobre todo entre las dedicadas profesionalmente a la política, se tomen la molestia de leer las áridas obras de Marx. Queda de ellas, sin embargo, una influencia difusa perceptible en las explicaciones vulgares con que los militantes de izquierda, incluidos los periodistas progresistas y ciertos cómicos travestidos de intelectuales, suelen interpretar los fenómenos sociales. Estalla un conflicto en un lugar del mundo, cuya existencia hasta ese preciso instante desconocía el actor subvencionado, y, si de alguna manera puede relacionar con él a los Estados Unidos o Israel, inmediatamente concluirá que estos países lo han provocado a fin de hacerse con el control del petróleo, de los diamantes o del aceite de coco. Sin pérdid

Más sobre Vida y Destino

Aunque ya me he ocupado en varias ocasiones de la obra de Vasili Grossman, hoy siento la necesidad de volver sobre ella. En realidad podría comentarla durante meses sin por ello agotar su riqueza. Hay novelas, algunas muy ambiciosas, cuyos personajes carecen de espesor, son apenas sombras que reproducen sobre una blanca pantalla el movimiento de manos ajenas. Pronuncian palabras que no podemos creer, pues claramente traslucen pensamientos prestados. Quizá llegue a interesarnos la trama, o nos sintamos deslumbrados por la maestría literaria del autor, por su manera cautivadora de escribir; pero, transcurrido un tiempo, ningún sedimento habrá quedado en nuestro espíritu. Habremos pasado un rato divertido, pero nada nuevo sabremos sobre los seres humanos y el mundo en que habitan. Pienso, por poner dos ejemplos distantes. en El Buscón de Quevedo y en la trilogía de El Ruedo Ibérico de Valle Inclán. Grotescas caricaturas ricamente engalanadas; brillantes fuegos de artificio pronto desva

Antisemitismo católico

En diciembre de 1974, el cardenal Willebrands y el fraile dominico Pierre-Marie de Cantenson firmaron un documento titulado “Orientaciones y sugerencias para la aplicación de la Declaración Conciliar Nostra Aetate (n.º 4)”. Se trata de un paso más en el camino de acercamiento al pueblo y la religión judíos emprendido años atrás por una Iglesia Católica que, horrorizada tras la brutal experiencia del nazismo, comprendía la necesidad de replantear el modo en que se ha relacionado con el tronco del que proviene. Ha transcurrido tiempo desde entonces y han sido grandes los avances. No obstante, aún son numerosas las homilías en que el sacerdote se deja llevar por una inercia de siglos y transmite a los fieles, quizá de manera inconsciente, un mensaje que alienta la judeofobia. Voy a referirme a dos experiencias recientes: una en la misa del día del Apóstol Santiago y otra, algo anterior, referida el episodio del evangelio de Lucas en que una pecadora unge a Jesús con un caro perfume. Come

Lágrimas por Gilad Shalit

Gilad, me gustaría dirigirme a ti, pero no sé cómo hacerlo, ya que todo lo que pueda decir inevitablemente sonará falso. No nos conocemos y es improbable que nuestros caminos lleguen algún día a coincidir, aunque quién sabe: nadie conoce las encrucijadas del destino. Solo tenías diecinueve años cuando te capturaron. Apenas unos meses más que yo cuando a comienzos del verano de 1975 me detuvo la policía franquista. Mi experiencia fue dura, pero en nada se aproxima a la tuya. Recuerdo, eso sí, la primera noche aislado en un calabozo, en la espera angustiada del interrogatorio. Lo peor no era imaginar las posibles torturas a que podrían someterme, sino la incertidumbre, el temor de que mi futuro pudiera verse irremisiblemente trastocado. La dictadura, redundante es decirlo, era cruel. Y, sin embargo, pese al miedo y a despecho de la injusticia, pocos días después me veía en la prisión acogido amistosamente y con cariño por decenas de camaradas; recibía la visita de mi madre y de mi padre;

Miedo

Quizá solo sea un signo de que la juventud hace ya tiempo que me abandonó, pero por primera vez en la vida creo sentir miedo. No se trata de algo personal. Siempre supe que soy mortal y, aunque me gusta este mundo, no me aferro a él. Es algo mucho peor: una sensación de fracaso vital, de pérdida de confianza en el futuro. Comprendo que fui un necio seducido por los ideales de la Ilustración. Un discípulo mediocre de Rousseau, pero también de Comte y Marx e incluso, aunque ante este mantengo el mayor respeto, de Kant. Fui, como tantos otros, un creyente en la religión del progreso; un iluso convencido, contra toda evidencia, de que la humanidad avanza de manera irreversible hacia mejor; un optimista seguro de que la luz siempre disipa las tinieblas. Alguien dirá: ¿cómo es posible, tras la Shoá , mantener la fe en el progreso?; y, sin duda, tendrá razón. Ni siquiera la ingenuidad de Pangloss alcanza a resistir prueba semejante. Mas quien tal argumenta olvida la fuerza de la ignorancia. N

Todo por la Revolución

Por recomendación de mi buen amigo Sigfrido Samet, quien hace algún tiempo me envió un artículo sobre este libro, he comenzado a leer Generación Mao , escrito por Xinran y publicado en español por Planeta en 2009. Al modo de Los que susurran , de Orlando Figes, la obra se construye a partir de una serie de entrevistas; en este caso, no con supervivientes del Gulag , sino con veteranos que vivieron las grandes transformaciones de la China del siglo XX. Son relatos muy distintos, auque podríamos aislar algunos rasgos compartidos. Llama sobre todo la atención, la dificultad, casi imposibilidad, que estos ancianos encuentran para comunicar a sus hijos y nietos aquello que han vivido. De no ser por Xinran, que les obliga a bucear en el recuerdo, su memoria se desvanecería y pronto un heroísmo y un sufrimiento que se encuentran en la base de nuestro mundo caerían en un absoluto olvido. Son vidas obviamente distintas, pero que al unirse conforman un poliedro en el que se encierran las ilusion

Sánchez Adalid y la alianza de civilizaciones

Aunque no soy aficionado a la novela histórica, he leído alguna obra de Sánchez Adalid, que me ha parecido interesante y bien documentada, muy alejada de las fabulaciones absurdas a que nos tienen acostumbrados otros cultivadores del género. Sus opiniones son, asimismo, interesantes, lo que no impide que, como es natural, discrepe de algunas. En particular, no comparto la idea de que puedan convivir culturas o aliarse civilizaciones; pues se trata en ambos casos de conceptos abstractos, es decir, de ideas. Tan solo podemos convivir los seres humanos concretos, las personas, pues solo nosotros estamos dotados de vida. No es una cuestión baladí. Siempre que anteponemos la concepción de integrantes de un pueblo, de una civilización o de una religión, etc. a la consideración de que todos, independientemente de nuestras ideas y creencias, somos igualmente humanos, introducimos una barrera entre nosotros y lo que la tradición judeocristiana ha denominado el prójimo. Dejamos así de vernos el

La noche de los tiempos

No creo que Muñoz Molina pueda sorprenderse si afirmo que su última novela me ha traído a la memoria La calle de Valverde de Max Aub; aunque, para ser justo, tampoco puedo dejar de mencionar Madrid, de corte a checa , de Agustín de Foxá. Los puntos de contacto son obvios: una misma ciudad, Madrid, y también una época, en un caso los años de la dictadura de Primo de Rivera, en el otro, los prolegómenos y primeros meses de la guerra Civil; en ambos, unos personajes entregados a una historia de amor y, entrecruzándose en sus vidas, seres reales, de todos conocidos, gentes que han dejado huella en la memoria colectiva, y junto a ellos otros inventados, que bien pudieran, sin embargo, haber existido. Hay, en La noche de los tiempos , además de la notable maestría literaria que siempre caracteriza al autor, un loable intento de transmitir la verdad de unos tiempos, cuya memoria la autoridad política quiere institucionalizar, en un intento de convertir en verdad intangible lo que no es más