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Mostrando entradas de mayo, 2010

Miedo

Quizá solo sea un signo de que la juventud hace ya tiempo que me abandonó, pero por primera vez en la vida creo sentir miedo. No se trata de algo personal. Siempre supe que soy mortal y, aunque me gusta este mundo, no me aferro a él. Es algo mucho peor: una sensación de fracaso vital, de pérdida de confianza en el futuro. Comprendo que fui un necio seducido por los ideales de la Ilustración. Un discípulo mediocre de Rousseau, pero también de Comte y Marx e incluso, aunque ante este mantengo el mayor respeto, de Kant. Fui, como tantos otros, un creyente en la religión del progreso; un iluso convencido, contra toda evidencia, de que la humanidad avanza de manera irreversible hacia mejor; un optimista seguro de que la luz siempre disipa las tinieblas. Alguien dirá: ¿cómo es posible, tras la Shoá , mantener la fe en el progreso?; y, sin duda, tendrá razón. Ni siquiera la ingenuidad de Pangloss alcanza a resistir prueba semejante. Mas quien tal argumenta olvida la fuerza de la ignorancia. N