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Mostrando entradas de 2008

Sin conciencia

He leído en estos días la novela Todo fluye , de Vasili Grossman y aún estoy bajo los efectos de de su profunda inmersión en la naturaleza humana. Recuerdo que mi primer contacto con el GULAG se produjo muchos años atrás, cuando apenas salido de la adolescencia leí Un día en la vida de Iván Denísovich , y algunas otras obras de Soljenitsin. Al contrario que a muchos de mis amigos, inficionados, como tantos otros jóvenes de mediados de los setenta, por el virus del izquierdismo, no me suscitaron un rechazo visceral. Admiré su calidad literaria y, desde el primer momento, supe que lo contado era cierto; así que comencé a buscar razones que justificaran el horror de los campos. No las hallé. Fue el inicio de un proceso de maduración largo y lento, que me llevó a entender que ningún fin puede justificar tanto sufrimiento, y terminó por alejarme de toda tentación utópica. Pero no es mi deseo hablar de mí, sino de la novela de Vasili Grossman. Sin alcanzar la dimensión épica de Vida y destin

La vida sigue igual

Imagine usted que durante años todos los miércoles se reúne con otros tres amigos para jugar unas partidas de tute, hasta que un día, a eso del mediodía, recibe una llamada telefónica: -Oye, ya sabrás lo de Ignacio… -Sí. Me he enterado. ¡Qué putada! -Es verdad. No hay derecho. ¿Conoces a alguien que pueda sustituirlo esta tarde? -No te preocupes. Eso está solucionado. -Gracias a Dios. Creí que se nos había jodido la partida. El diálogo precedente es, sin duda, ficticio y solo una persona malintencionada podría relacionarlo con acontecimientos ocurridos tras el asesinato de Uría. Supongamos que Ignacio hubiera fallecido súbitamente de un infarto. Sus apesadumbrados amigos, sin duda, habrían acudido a su domicilio o al tanatorio para acompañar a la familia en tan difíciles momentos. En cambio, a Ignacio le arrebató la vida ETA. Era un buen hombre, pero, sin darse cuenta, andaba en actividades peligrosas y, claro, eso termina por pagarse, que aquí nos conocemos todos y cada cual sabe lo q

Recuerdos de un hombre bueno

No sé si se trata de un fenómeno común o es simplemente una peculiaridad de mi memoria, pero cuando he permanecido largos años al lado de una persona, me resulta muy difícil recordar el rostro que tenía cuando la conocí. Puedo, naturalmente, ayudarme con fotografías. Sin embargo, cuando prescindo de estos medios auxiliares, sus rasgos se me presentan con el aspecto de los últimos tiempos. No soy capaz, por tanto, de reconstruir la apariencia de don Santiago Sáez treinta años atrás, cuando yo era apenas un muchacho, que iniciaba con su hija un noviazgo, que acabaría por transformarse en ese amor duradero y profundo que da sentido a la vida Sé, por el contrario, que mi apariencia tímida y desmañada, y mi radicalismo de entonces, a los que se añadía un prematuro −y afortunadamente temporal− abandono de los estudios, difícilmente podían agradar a alguien como él, médico y padre de familia, conservador y hondamente religioso. Imagino que al conocerme no pudo evitar el deseo de que su hija e

En compañía del sol. Aproximación a San Francisco Javier

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Reproduzco aquí una recensión que publiqué en la revista Estudio Agustiniano . SÁNCHEZ ADALID, Jesús, En compañía del sol , Temas de hoy, Madrid, 2006, 24 x 16,5, 358 pp. Recrea Sánchez Adalid en esta novela algunos momentos cruciales de la vida de San Francisco Javier: la infancia en la turbulenta Navarra de principios del siglo XVI, los años de estudio en París y el primer viaje misionero a la lejana India. Aunque el género narrativo elegido permite e incluso requiere algunas licencias, estas apenas se dan en una obra que se ciñe con tanta exactitud a lo que transmite la documentación que, si no fuera por la falta de aparato crítico, podríamos creer que nos hallamos ante una auténtica biografía. No es tal porque el autor adopta un punto de vista que, aunque formalmente objetivo, busca iluminar determinados episodios de una compleja evolución espiritual, en tanto que otros no menos decisivos los deja sumidos en una tenue penumbra, dando lugar a un juego de claroscuros que enriquece a

A vueltas con la memoria histórica

Memoria histórica es uno de esos sintagmas que, recordemos el estomagante “voluntad política”, periódicamente se ponen de moda y repiten hasta la náusea los medios de comunicación. Si el segundo parece designar un tipo de voluntad característico de los profesionales de la política, cuyo principal rasgo distintivo consiste, al menos en apariencia, en ser tan extraordinariamente débil y flexible, que solo por azar o inadvertencia alcanza a lograr sus objetivos; el primero encubre, bajo el aspecto de un pleonasmo, tan inocente como pedante, un peligroso significado que intentaré desentrañar. La memoria es, obviamente, recuerdo del pasado y por eso en una primera aproximación podemos decir que siempre es histórica. ¿Por qué añadirle entonces este adjetivo? La respuesta es clara: para referirse a otra cosa que nada tiene que ver con la memoria. Esta es personal y cada cual tiene la suya propia construida a partir de sus particulares experiencias. Cuando se habla, en cambio, de memoria histó

Los círculos del infierno

Imagina Dante el Infierno constituido por nueve círculos en los cuales cumplen su eterno castigo los pecadores. Cuando, en plena adolescencia, leí por primera vez la Divina Comedia , recuerdo que me estremeció aún más que la dureza de las penas, el ambiente lóbrego en que unas almas desdichadas arrastran por toda la eternidad una existencia sin esperanza. Han pasado muchos años desde entonces, y hoy, de nuevo me he encontrado con la obra del poeta florentino. En este tiempo nuevas experiencias y lecturas han enriquecido mi visión del mundo y me han hecho perder necias ilusiones. Se ha derrumbado mi fe en Utopía y en su lugar, tras años de búsqueda, ha surgido la convicción de que somos capaces, no ya de crear un mundo perfecto −pues eso es algo que escapa a nuestra limitada naturaleza−, sino de algo solo aparentemente más humilde: aliviar el sufrimiento ajeno. El inmenso esfuerzo desplegado por los seres humanos en su afán por edificar el reino de Dios, por forzar la entrada a un Paraí

Construir la historia

Poco antes de morir perseguido por los jacobinos, escribió Condorcet un libro titulado Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano , con el que se proponía: “demostrar mediante los hechos y el razonamiento que la naturaleza no ha puesto límite alguno al perfeccionamiento de las facultades humanas, que la perfectibilidad del hombre es realmente infinita: que los progresos de esta perfectibilidad, de ahora en adelante independientes de la voluntad de quienes desearían detenerlos, no tienen más límites que la duración del globo al que la naturaleza nos ha arrojado” [1] . El objetivo del marqués revolucionario no era obviamente escribir un libro de historia, sino elevarse sobre la confusión de los hechos para, en la distancia, advertir un significado coherente en el devenir humano. Su construcción, aunque a menudo aventurada y falta de documentación, se mantiene alejada de toda idealización del pasado. No hay en ella asomo de mitos tales como el Paraíso o la Edad d

El sueño de la razón

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En el retrato que le hizo Goya en 1798 vemos a un Jovellanos pensativo y fatigado. No lee el papel que, con gesto desmayado, sostiene en la mano derecha, su cabeza reposa sobre el brazo izquierdo, y su mirada se dirige hacia el espectador como si quisiera comunicarle la causa de su cansancio y de su pesadumbre. Algo en el cuadro, quizá las ropas, quizá los muebles, recuerda el Capricho 43, cuyo dibujo preparatorio es de 1797. En éste el personaje, incómodamente recostado, parece vencido por el agotamiento, ajeno al animal de aspecto gatuno que le contempla y a los seres alados con apariencia de búhos y murciélagos que se aproximan amenazadores. Podemos imaginar que en el grabado se materializan los motivos de la preocupación que embarga a Jovellanos y que su mirada no alcanza a transmitir. Puede que los monstruos sean deseos oscuros e inconfesables mantenidos a raya durante la vigilia, pero que, tan pronto como se relaja el control de la conciencia, afloran presto s a derramarse po

Desordenado paseo por el tiempo

Corría el año 1534 y Europa se agitaba en el torbellino de la revolución religiosa. Ya Lutero había desautorizado a los extremistas que, so pretexto de seguir sus pasos reformadores se lanzaban contra las autoridades temporales, dispuestos a edificar el Reino de Dios sobre la tierra. Vientos de jacquerie soplaban sobre Alemania y avivaban rescoldos de viejas herejías. De nuevo se escuchaba la pregunta nunca contestada: cuando Adán araba y Eva hilaba, ¿dónde estaba el señor?. Los príncipes católicos y protestantes olvidaban momentáneamente sus rencillas y se unían para ahogar en sangre la revuelta campesina. Pero la historia no ha terminado. Münster, una pequeña ciudad de Westfalia, es presa de la exaltación. La muchedumbre sigue con fervor a los predicadores anabaptistas y termina por entregar el poder a uno de ellos, Jan Matthys. Los disidentes, católicos y protestantes, tanto da, son expulsados, y comienza la construcción del Reino de Dios. Se presiente la inmediata venida de Cristo

La hora de Tomás Moro

También hace tiempo publiqué en Estudio Agustiniano esta breve nota sobre otra biografía de Santo Tomás Moro. BERGLAR, Peter. La hora de Tomás Moro. Sólo frente al poder, Ediciones Palabra, Madrid, 1998, 22,5 x 14,5, 435 pp. Un biógrafo no debe contentarse con ofrecernos el relato de lo acontecido a una determinada persona, sino que debe esforzarse por aproximarse a su vida, por penetrar en su intimidad y mostrar ante nuestra indiscreta mirada su ser interior, y así revelarnos sus inquietudes, sus angustias y creencias; ponernos, en fin, ante la riqueza del ser humano. Eso es algo que hace con creces Peter Berglar al narrar la vida de Santo Tomás Moro. En un primer libro, El Ascenso, el autor indaga en las afirmaciones contenidas en el epitafio redactado por el propio Moro. Nos adentramos así en sus relaciones familiares y en su carrera política, terminada bruscamente en lo más alto, cuando en 1532 dimite del puesto de Lord Canciller. Las múltiples y difíciles obligaciones en la cort

Falacias de la memoria

Recojo aquí la recensión de un libro de Rovira i Viirgili que publiqué en la revista Estudio Agustiniano. Pese a los años transcurridos, pienso que lo que en ella digo no ha perdido actualidad sino que incluso, en estos momentos de falseamiento de la memoria, puede haberla ganado. ROVIRA I VIRGILI, Antoni, “La guerra que han provocat”. Selecció d’articles sobre la guerra civil espanyola. A cura de Josep M. Roig i Rosich, Publicacions de l’abadia de Montserrat, Barcelona, 1998, 15,5 x 20.5, 336 pp. Recoge Josep M. Roig i Rossich en este volumen una selección de los artículos publicados durante la guerra Civil por el periodista y dirigente de Esquerra Republicana Antoni Rovira i Virgili. Dadas las circunstancias en que fueron escritos sería absurdo buscar en ellos un análisis político mínimamente ecuánime y ponderado. Nos encontramos ante una obra de combate surgida en el fragor de la batalla, y ahí reside su valor y su interés. Rovira i Virgili busca alentar la resistencia, exaltar los

Presencia de Utopía

Tenemos los seres humanos la costumbre de acotar el constante fluir del tiempo en eras, edades y siglos. Las fechas dejan a menudo de ser jalones sobre los que situar los acontecimientos de la vida y de la historia, para convertirse en lindes que separan períodos, cada uno de los cuales se nos revela dotado de unas características que lo diferencian de los demás y le confieren una personalidad propia. Tan humana manía, que sin duda obedece a nuestra necesidad de hacer inteligible el mundo para así poder modificarlo, conduce a que en estos años primiseculares nos interroguemos sobre los rasgos distintivos de un siglo XX hace poco abandonado. Cada cual, según su talante, resaltará unos u otros aspectos. Algunos señalarán que los avances científicos y técnicos no sólo han permitido prolongar la vida humana, sino que han hecho que con menor cantidad de trabajo seamos capaces de producir una cantidad de bienes incomparablemente superior a la que podía obtener cualquier sociedad del pasado.