Lágrimas por Gilad Shalit

Gilad, me gustaría dirigirme a ti, pero no sé cómo hacerlo, ya que todo lo que pueda decir inevitablemente sonará falso. No nos conocemos y es improbable que nuestros caminos lleguen algún día a coincidir, aunque quién sabe: nadie conoce las encrucijadas del destino. Solo tenías diecinueve años cuando te capturaron. Apenas unos meses más que yo cuando a comienzos del verano de 1975 me detuvo la policía franquista. Mi experiencia fue dura, pero en nada se aproxima a la tuya. Recuerdo, eso sí, la primera noche aislado en un calabozo, en la espera angustiada del interrogatorio. Lo peor no era imaginar las posibles torturas a que podrían someterme, sino la incertidumbre, el temor de que mi futuro pudiera verse irremisiblemente trastocado. La dictadura, redundante es decirlo, era cruel. Y, sin embargo, pese al miedo y a despecho de la injusticia, pocos días después me veía en la prisión acogido amistosamente y con cariño por decenas de camaradas; recibía la visita de mi madre y de mi padre; disfrutaba de buenas comidas compradas con el dinero que nos enviaban los sindicatos suecos, alemanes e italianos, y también con el recogido en empresas españolas. Tú, en cambio, estás solo, sin amigos que hagan más llevadera tu cautividad, totalmente separado de tu familia.

Sé lo largas que pueden llegar a ser las horas y hasta los días, pero desconozco lo que se siente cuando pasan los meses y los años. Un condenado puede arrancar, siquiera sea mentalmente, las hojas del calendario y sentir que cada una al caer le aproxima a la libertad. Es en cierta medida, quizá muy pequeña, dueño de su destino. Piensa, al menos, que este existe y que al cabo de un plazo de nuevo se encontrará con él. Muy distinta es la situación del rehén. Aislado del mundo, no le queda más que la esperanza de que ocurra algo que desconoce y sobre lo que carece da capacidad para influir. Mañana puede traer la muerte o la libertad, pero también la idéntica repetición de hoy, de ayer y de anteayer. Eso, si este concepto temporal aún conserva significado. Recuerdo las apenas setenta y dos horas pasadas en una celda en los sótanos de la Dirección General de Seguridad, allá en Madrid, en la Puerta del Sol. Incomunicado, apenas cuatro metros cuadrados, un duro lecho de mampostería, una manta, una puerta en la que solo se abría un ventanuco al que en ocasiones se asomaba un policía, y una bombilla de luz amarillenta perennemente encendida. Privado del reloj, ningún signo permitía acotar el tiempo. Las horas discurrían eternas, iguales a sí mismas. Ni siquiera tenía, como el prisionero del romance, el consuelo de una avecilla que me cantara al albor. Pero yo sabía que aquello finalizaría, que cada minuto, por mucho que durara, era un paso inexorable hacia el futuro. Tú, en cambio, padeces la tortura de manera indefinida, sin saber si algún día alcanzará su término. Es posible que tampoco sepas cuándo es de día ni cuándo las noches son. Años y años durante los que el mundo ha cambiado, en los que tus padres te han echado en falta segundo a segundo, atormentados; en los que tus amigos han terminado los estudios, se han enamorado, quizá han tenido hijos. De todo eso has sido privado. Tu vida ha quedado reducida a un mero objeto de cambio en un juego en el que tú no puedes intervenir.

Comentarios

  1. siempre los seres humanos nos hemos inventado cárceles y justificaciones para meter en ellas a los que definimos como "los otros" y, como no hay marcianos hacemos marcianos a los seres humanos.

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  2. Durante mucho tiempo me negué a ver el penúltimo vídeo de Gilad. He visto unas fotos de él, arrodillado, enjaulado, obligado a mirar al suelo, paseado para escarnio por las calles de Gaza. A su lado, un individuo, encapuchado, todo acorde con nuestra imagen tradicional del verdugo y el reo. El populacho aclamaba.
    El terrorista-verdugo, ufano él, era totalmente ajeno a la repulsa que en Occidente esta imagen causa.
    Pero no era ajeno al hecho de que la mayoría de los medios occidentales no iban a dar importancia a esta imagen, la de un casi-adolescente, secuestrado en tiempo de paz, al que se le niegan todos los derechos, encerrado ya cuatro anos. Ellos saben de flotillas.
    Gracias por tu testimonio, Francisco. Otros que pasaron por las mismas dependencias no tienen esa empatía para un camarada de sufrimiento.
    Tu empatía y tu sensibilidad te honran.

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  3. Amigo Francisco, tras leerte casi siempre queda poco que a ... Ver másñadir. El tuyo es un testimonio entrañablemente emotivo. Es fácil ponerse en la situción de esos padres que pese a todo no han perdido la esperanza de recuperar a su hijo, un chico al que no olvidemos capturaron dentro de territorio israeli, violando la frontera. Un chico que al igual que su dos compañeros muertos estaba cumpliendo su obligación, tal y como señala Africa. Ojalá lo veamos pronto de vuelta. Pero quiero añadir un matiz. No es el`primero ni el único caso. Todos nos acordamos de los 3 que capturó Hezbolah en la frontera libanesa y que devolvieron en cajas de pino tras un acuerdo en el que el gobierno israeli dejó en libertad a un terrorista asesino que había machacado el craneo de una niña de menos de 4 años tras hacerla presenciar el asesinato de su padre. Me estoy refiriendo al carnicero Shamir Kuntar. En este caso Hamás está pidiendo la liberación de casi 1000 presos, muchos de ellos terroristas. Entiendo que los padres quieran a su hijo de vuelta, pero también entiendo que el gobierno no debe ceder a la presión, que Hamás venderá como un éxito, como en el caso de la frontera libanesa.
    Lo que no entiendo es como no hay presión politica sobre las ONG's - cruz roja entre ellas, que operan en la zona, para que puedan visitar y atestitguar que Guilad sigue con vida.
    Son tantos lo frentes externos del gobierno israeli, que no puedo estar de acuerdo con la presión que desde el frente interno se está ejerciendo sobre el gobierno para que acepte el chantange y el cange.

    Simy

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  4. Simy, he visto que tu comentario aparecía dos veces, por lo que me he tomado la libertad de borrar una de ellas.
    Un abrazo.

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  5. Estoy de acuerdo en que un gobierno jamás debe ceder ante el chantaje terrorista. Si lo hace, traiciona a los ciudadanos que han depositado en él su confianza. Por difíciles que sean las circunstancias y por dolorosa que resulte la situación, el gobierno debe mantenerse firme. De no hacerlo así, el régimen democrático saltará por los aires, pues todos entenderán que los fines políticos pueden alcanzarse mediante la violencia.

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