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Mostrando entradas de 2009

Un libro sobre Job

SEGARRA, Rodrigo, Dr. El libro de Job en Unamuno. La casa edificada sobre arena , Editorial Clie, Barcelona, 2004, 2 x 13,5, 323 pp. El Señor sometió a duras pruebas a su siervo Job, pero en su infinita bondad le ahorró la lectura de este libro. ¿Para qué fatigarme en el vano intento de describir su penoso estilo cuando puedo citar textualmente una frase? “Una fasciolaria filamentosa custodia celosamente el apógrafo que con amorosa ilusión mi madre realizó de este informe” (p. 35). Lo peor es que no hemos hecho más que empezar. Poco más adelante nos encontramos con que para apoyar con argumentos de autoridad la profunda constatación de que la vida cambia continuamente para bien o para mal, el doctor Segarra recurre nada menos que a Heráclito, Bernard Malamud e Imre Kertész. Gracias a Dios no ha reparado en que hoy ha amanecido, pues se hubiera visto obligado a mencionar, cuando menos, a Tolomeo, Copérnico, Kepler y Newton. Poco más cabe decir, salvo quizá felicitar al autor: casi con s

La resistencia silenciosa

Recupero una recensión que publiqué hace tiempo en la revista Estudio Agustiniano . GRACIA, Jordi, La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España, Anagrama, Barcelona, 2004, 22 x 14, 405 pp. En esta obra, con la que obtuvo el premio Anagrama de Ensayo, analiza Jordi Gracia los cauces, a menudo tortuosos y poco visibles, por los que, pese al trauma de la Guerra Civil, se mantuvo tras el ambiente oficial plagado de sordidez y grandilocuencia, la continuidad de la cultura española de tradición liberal. Se centra para ello en el período comprendido entre 1939 y mediados de los cincuenta, al que de manera expresiva denomina el quindenio negro. Son tiempos difíciles, en los que los intelectuales reconocidos ya antes del conflicto como maestros indiscutibles han de adoptar dolorosas decisiones: unos, como Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Salinas o Jorge Guillén, permanecerán exilio; pero otros, entre ellos Pío Baroja, Ortega, Azorín, Marañón o Josep Plá, retornarán pronto a España y man

Dolor

Hay días en los que sin motivo aparente sentimos el corazón oprimido por un dolor intenso. Sin saber por qué se presentan ante nosotros las imágenes de todas las personas a las que hemos amado y que hemos perdido. Todos aquellos a quienes quizá no dijimos con la suficiente claridad lo que significaban para nosotros. Quizá incluso en algún momento los tratamos con displicencia. Puede que necesitaran una palabra nuestra, pero permanecimos en silencio. Pensábamos que habría tiempo para explicaciones, que los malentendidos podrían aclararse, y dejábamos discurrir días y días sin hablar de lo que realmente importaba. Transcurrieron así los meses y los años y demoramos solicitar su perdón. No hablo de grandes faltas, sino de pequeños gestos cotidianos, que quizá pasaron para todos, incluso para el ofendido, inadvertidos. Acaso no dejaran otra huella que esa herida interior que hoy vuelve a sangrar. Sabemos que en determinado momento fuimos crueles con alguien que nos quería y, aunque ahora n

Los que susurran

Los que susurran de Orlando Figes ha sido de mis lecturas de verano. Es un libro largo, de casi mil páginas edificado sobre cientos de entrevistas a supervivientes de la represión soviética. Desfilan en él toda suerte de personajes, desde humildes campesinos desconocidos a miembros destacados del Partido, cuyas vidas se entrelazan en ocasiones de manera sorprendente y, que con sus testimonios, nos permiten adentrarnos en los efectos del terror sobre la vida diaria. Conocemos así un mundo regido por la desconfianza, en el que nadie habla en voz alta por temor a que le escuche un informante y en que todos ocultan sus pensamientos y a menudo su pasado. No existe ninguna intimidad, en unas ciudades en que varias familias se ven obligadas a compartir una misma vivienda y en que generalmente las cocinas, los baños y otros servicios son de uso comunitario. Ni siquiera en el dormitorio pueden los esposos estar seguros de que en la habitación vecina no se escuchan sus palabras. Es un hacinamie

Varsovia 1944

Al cumplirse el 65 aniversario de la insurrección de Varsovia contra la ocupación nazi, me parece oportuno traer al blog esta recensión que publiqué hace tiempo en Estudio agustiniano . DAVIES, Norman, Varsovia, 1944. La heroica lucha de una ciudad atrapada entre la Wehrmacht y el Ejército Rojo , Planeta, Barcelona, 2005, 23,5 x 16, 888 pp. En Europa Occidental generalmente entendemos ─incluso en un país como el nuestro, que se mantuvo al margen de la guerra y para el que la paz no supuso el fin de la dictadura─ la derrota del nazismo como una liberación. No nos faltan motivos para ello. Sin embargo, nuestra visión egocéntrica del mundo nos hace olvidar a menudo que lo ocurrido en Europa Oriental y gran parte de la Central nada tuvo que ver con la recuperación de la libertad o la instauración de la democracia, sino que simplemente consistió en la sustitución de un totalitarismo criminal por otro. El Ejército Rojo no liberó Varsovia, ni Praga ni Budapest; sólo sustituyó a Hitler por Sta

Miserables

De nuevo un asesinato. En esta ocasión la víctima es un inspector de policía que trabajaba en la lucha antiterrorista, un hombre cuya labor consistía en proteger nuestras vidas. Una vez más, lo han matado los que colocaron la bomba, pero no solo ellos. También gentes que lo conocían, que se cruzaban con él y con su familia en las calles, pero que al mirarlo no veían a un ser humano, sino a un enemigo a quien aniquilar. Ellos informaron a los asesinos de cuál era su coche, les dijeron dónde solía aparcarlo. Siempre ocurre así. Nunca falta en Bosnia un vecino que te señala como musulmán el día que entran en el pueblo las milicias serbias; tampoco, el que avisa a la Gestapo de que tus abuelos eran judíos. Son personas sencillas, quizá honrados trabajadores, puede que padres de familia preocupados por sus hijos, pero un repugnante mal afecta a su conciencia. Cuando te miran, son incapaces de reconocerte como su prójimo. No ven en ti más que la manifestación en carne mortal de una idea, y p

Irshad Manji. Mis dilemas con el islam

He encontrado mientras revisaba papeles antiguos este recensión que publiqué en su momento en la revista Estudio Agustiniano: MANJI, Irshad. Mis dilemas con el islam , Maeva, Madrid, 2004, 24 x 16,5, 239 pp. Es tan sorprendente como esperanzador que una mujer musulmana se haya atrevido a publicar este duro alegato contra la interpretación dominante y casi única del islam. Frente a las tan bienintencionadas como necias aseveraciones multiculturalistas tan de moda en un Occidente que reniega de su pasado, Manji pone al descubierto los aspectos más opresivos de unas sociedades islámicas atenazadas por el totalitarismo, y desenmascara la complicidad de todos aquellos que, aunque nieguen compartir las tesis más extremistas, guardan silencio ante el terrorismo o lo justifican como una reacción, quizá equivocada, pero en todo caso comprensible, contra supuestas agresiones neocoloniales. Para Manji está claro. Los culpables de la situación de los países musulmanes no son los Estados Unidos, Is

Los médicos judíos. El antisemitismo en la URSS.

No es esta la primera ocasión en que mis reflexiones giran en torno a la obra de Vasili Grossman. Ahora me centraré en un episodio ocurrido en los últimos tiempos de la vida de Stalin, tal como aparece narrado en la novela Todo fluye . Un día, en algún periódico aparece, entre otros muchos, un artículo en que alguien denuncia que determinada persona, cuyo nombre es inequívocamente judío, ha obtenido un título académico de forma fraudulenta. Hasta aquí nada anormal. Pero pronto se multiplican noticias similares en más y más diarios. En todas aparecen el nombre y el patronímico de los falsarios. En ocasiones, estos parecen rusos, pero en ese caso, se aclara su origen judío. Lo que había comenzado de una manera aparentemente casual, se convierte en una campaña en que constantemente judíos, en su mayoría médicos, son acusados de negligencia en el cuidado de sus pacientes, de indiferencia ante sus sufrimientos o de aceptar sobornos. Es solo un aspecto de la cuestión. Estudiantes con anteced

Años de plomo

Para la mayor parte de los países europeos y americanos la década de los setenta constituyó una pesadilla a la que cuadra como a pocas la expresión, ampliamente difundida, de años de plomo. A poco que buceemos en la memoria, evocaremos la actividad de las Brigadas Rojas, de la Fracción del Ejército Rojo, del IRA, de ETA, del FRAP, de los GRAPO, incluso del Ejército Simbiótico de Liberación; también del Ejército Revolucionario del Pueblo, de los Montoneros, los Tupamaros, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria o Septiembre Negro. Se trata tan solo de un muestreo sin ánimo exhaustivo. Muchos otros grupos recurrieron a la violencia, con el pretexto de terminar con el imperialismo o el capitalismo. ¿Por qué tantos jóvenes se sintieron fascinados por la revolución? Se mantenía reciente la memoria de las revueltas del 68 y de su fracaso. La Unión Soviética hacía mucho que había perdido toda capacidad de seducción, pero su lugar lo ocupaban los mitos de China, de Cuba y de Vietnam. Incluso

Por caminos de progreso

Menudearon de manera singular en el siglo XIX los descubridores de las más profundas leyes de la naturaleza y de la historia, aunque justo es reconocer que pocos dejaron una progenie intelectual y política tan numerosa como los creadores del socialismo científico. Esta relativa falta de éxito, de la que quizá la Humanidad haya salido beneficiada, no es óbice para que le dediquemos algunas líneas a uno de los más ilustres, siquiera sea para situar en una adecuada perspectiva al materialismo histórico. Con modestia inequívocamente filosófica y francesa, inicia Comte su Discurso sobre el espíritu positivo . La astronomía, hasta entonces considerada según parece un saber demasiado aislado de los demás, no debe constituir en el futuro, sino un elemento indispensable en un nuevo sistema de filosofía creado —no podía ser de otra manera— por el autor. Este sistema, culminación de los avances científicos de los últimos siglos y cuya instauración universal debe ser la finalidad esencial de la e

Añoranza del padre

He vuelto, tras varios meses, a la casa en que pasé la adolescencia y una parte de la juventud, el viejo hogar familiar. No el primero, el de la niñez, aquel grande y destartalado de la calle de los Mancebos, desde cuyo balcón disfruté en tantas ocasiones de la espléndida visión de San Andrés −la única iglesia hermosa de Madrid, según leí en un artículo de Corpus Barga−, sino el más pequeño, de Santa Úrsula, La terraza daba a una placita y como el edificio situado al otro lado tenía solo dos plantas, se contemplaba desde ella una vista magnífica, en la que destacaban las cúpulas de San Andrés y de San Francisco el Grande. Hace algunos años derribaron aquella casita y levantaron otra más alta en su solar, con lo que ya solo puede verse, tras una ruidosa plaza atestada de coches, un vulgar bloque de viviendas. En la salita, donde tanto tiempo pasó mi padre tecleando en su vieja Olivetti, artículos sobre los lejanos países que había visitado o sobre los restaurantes en que había comido, q

Nostalgia del Paraíso

El pasado, contra lo que pueda parecer, no es inmutable, no consiste en una masa de hechos acaecidos que podamos conocer con mayor o menor detalle, sino que, por el contrario, resulta extremadamente dúctil. Indudablemente, en él han ocurrido cosas o, mejor dicho, todo ha ocurrido en el pasado. Ahora mismo, estas líneas según las escribo caen irremisiblemente en el reino del pasado. Es éste un inagotable depósito, caótico e informe, de toda clase de objetos. De entre ellos, como un trapero que rebuscara en el más rico de los vertederos, el historiador selecciona aquellos que le atraen por su brillo o por su presunta utilidad, los recoge con mimo, los limpia y pule con esmero y los eleva a la categoría de acontecimientos. Martínez Marina tras bucear largamente en polvorientos legajos, retornará a su siglo convencido de que los liberales del Trienio no hacen más que actualizar un régimen constitucional vigente ya en la monarquía visigótica y en los reinos altomedievales. Los juriconsultos

Dos varas de medir

No pretendo ser original, pues soy consciente de que no hago sino repetir una idea mil veces expresada y quizá tan vieja como nuestra civilización. Esa que San Lucas formuló en los términos: “saca primero la viga que hay en tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano” (Lc, 6, 42). Parece algo obvio y, sin embargo, ¡qué frecuentemente lo olvidamos! Quizá haya que buscar la causa en la secularización de nuestra sociedad, en el olvido y hasta desprecio en que han caído las enseñanzas religiosas en este rincón del mundo occidental. Vino primero el intento kantiano de fundamentar una moral autónoma, deducida del puro uso de la razón. No es posible poner en duda la pureza y vigor de las ideas de Kant, como tampoco podemos pensar que en él alentara un espíritu antirreligioso. Abrió, sin embargo, un camino por el que otros se adentrarían hasta extraviarse. Para él, las normas éticas eran forzosamente universales, pero al desacralizarlas cavó, aunque ese n

La izquierda ante Israel

Cuando a finales del siglo XIX estalló en Francia el caso Dreyfuss, se produjo un claro alineamiento de la opinión pública y de las fuerzas políticas. En contra del oficial judío falsamente acusado e injustamente condenado se alinearon las fuerzas tradicionalistas; mientras que a su favor, lo hicieron los progresistas. Como suele decirse, mucho ha llovido desde entonces. El antisemitismo desembocó en el inconcebible genocidio de la Shoá , en la condena a muerte de unos seres a quienes dejó de reconocérseles el carácter de humanos. La sentencia no se produjo por lo que hacían, pensaban o creían, sino por lo que en la mente de sus vesánicos perseguidores eran. El crimen fue tan atroz que a menudo las víctimas no fueron capaces de creer lo que ocurría, pues nunca antes en la historia de la humanidad se había dado algo semejante. Ha pasado el tiempo y los judíos han podido construir un Estado próspero y democrático. Sin embargo, la hostilidad hacia ellos no ha decrecido. Las masas árabes,