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La política en el laberinto. A propósito de un libro de Justo Zambrana (Tusquets. Barcelona. 2003)

Ya en la introducción menciona Justo Zambrana la débil elaboración teórica del socialismo español. Tras leer su libro no puedo por menos que mostrar mi total acuerdo con su afirmación. Algo queda claro en medio de confusas y maniqueas digresiones: al señor Zambrana, y suponemos que a la izquierda en cuyo nombre parece hablar, no le gusta el mercado. No voy a disputar sobre esto, aunque me parece una base en exceso débil para soportar el peso de una construcción política. Invocaciones a Hegel y a paradojas de la historia no bastan para convencernos de que el comunismo, al imponer un sanguinario dominio sobre millones de seres humanos, tuvo el efecto benéfico de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de Estados Unidos y Europa Occidental, dado que llevó a los dirigentes de estos países a desarrollar políticas sociales de inspiración socialdemócrata. El argumento no es paradójico, sino malvado, pues lleva implícita la conclusión, que el autor no tardará en explicitar, de que ...

Varsovia

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No es, desde luego, una ciudad bella. Tras acomodarme en el hotel y después de una comida, que yo hubiera querido más ligera, decidí pasear hasta la orilla del Vístula. No sé si tendrá que ver el hecho de haber nacido en Madrid, regada, si cabe emplear tal verbo en este caso, por el humilde Manzanares, pero los grandes ríos ejercen sobre mí una irresistible atracción, un poder fascinador en el que cuando aún era niño −recuerdo haberlo sentido a orillas del Ebro y del Duero− se mezclaba un sentimiento mezcla de temor y de respeto. Obviamente no había prestado atención a la escala del plano, pues el camino fue mucho más largo de lo previsto. Me deparó, eso sí, la oportunidad de atravesar una vasta zona del centro y de pasar junto al gigantesco Palacio de la Cultura y de la Ciencia y también frente al un tanto descuidado palacete que alberga el museo de Chopin. La primera impresión fue la de que se trataba de una ciudad caótica, de un urbanismo disparatado, en la que edificios vanguardist...

Puerta cerrada

La puerta de doble hoja se cerró y la cama desapareció de mi vista. Terminaba una noche angustiosa en que nada parecía capaz de mitigar el dolor de mi madre, en que su respiración se hacía por momentos más difícil y en que yo no podía hacer más que llamar una y otra vez a la enfermera. Eran vanos mis esfuerzos por tranquilizarla, quizá en realidad más dirigidos a mí mismo que a ella. Sus palabras perdían coherencia a medida que pasaban las horas y su voz se hacía más y más extraña. Unas veces suplicante y otras colérica, casi desesperada. Las agujas del reloj avanzaban de manera más y más premiosa como si las agobiara un enorme esfuerzo. Pese a ello, al fin la tenue luz del amanecer terminó por llegar a la habitación. Tres médicos me pidieron que esperara fuera, mientras la examinaban. Luego, en el pasillo, me expusieron la gravedad de la situación. Realmente, su explicación, en la que intentaban transmitir un resto de esperanza, me sonaba extrañamente innecesaria, como si ya la conoci...

En el funeral de Alfonso

Este texto lo escribí para que fuera leído en el funeral de Alfonso Garrido: Existe en algunos países la hermosa costumbre de que un allegado al fallecido pronuncie durante el funeral unas palabras sobre él. Se trata con ellas de glosar brevemente lo que su vida ha supuesto para quienes lo han conocido y de recordar la impronta que ha dejado su paso por el mundo. Es una bella manera de manifestar que ningún ser humano desaparece sin más, desvanecido en la nada. Sabemos firmemente los cristianos que la muerte no es el final, que la auténtica vida comienza al término de esta; pero no es de eso de lo que quiero hablar en este momento. Ahora deseo recordar al amigo, al consejero, al vecino, a quien fue durante años nuestro párroco; a un hombre raramente inteligente y cultivado, pero también sencillo y, ante todo, comprensivo y sensible. Alguien capaz de estremecerse de gozo ante las maravillas de la Creación, de emocionarse al contemplar un cielo estrellado o la abrupta elevación de las mo...

A la huella de Alfonso Garrido

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Un amigo me ha dejado para siempre, en él he perdido a una persona a quien podía confiar las angustias y problemas que me turban el alma, y con quien podía también compartir una botella de buen vino. A menudo hicimos ambas cosas a la vez. Comprendo que a muchos les parezca frívolo que se discuta sobre la Shoá , sobre su sentido o sinsentido, mientras regalamos el cuerpo con uno de los más refinados placeres que nos ha sido otorgado gozar. Quizá tengan razón. Me falta hoy ánimo para enfrentarme a rígidos ascetas. Solo se me ocurre recordarles unas palabras de Imre Kertész: “ha desaparecido el asombro ante la existencia del mundo y con él, de hecho, el respeto, la devoción, la alegría, el amor por la vida.” ( Un instante de silencio en el paredón , 41). Pero esos sentimientos, cuya ausencia lamenta como pérdida irreparable un superviviente de los Lager , aún existen. Todos los que hemos tratado a Alfonso los conocemos. Recuerdo un día maravilloso en que en su compañía, mi esposa y yo rec...

Prohibido comprar flores

Los diarios de Victor Klemperer muestran la tragedia judía desde una perspectiva distinta a la de Levi, Kertész o Frankl. Una primera diferencia es de orden espacial. Klemperer no conoce los Lager, es, no cabe dudarlo, un judío afortunado: pierde el trabajo, la casa, el coche, pasa hambre, pero vive en la ciudad de Dresde, no en Auschwitz o en Treblinka. Otra, se refiere al tiempo: Klemperer no rememora hechos pasados, sino que día a día deja constancia de lo que ocurre. Contrariamente a los otros autores mencionados, escribe sin conocer el desenlace, sin saber si mañana habrá sido deportado o, simplemente, si continuará con vida. Su visión no es, por tanto, la de un superviviente. Hay en su escritura una angustia no reconstruida retrospectivamente, sino fijada de inmediato, en el mismo momento en que se ha experimentado, y eso nos permite sentir como la llamada "solución final" vino precedida de una inconcebible serie de leyes y decretos encaminados a excluir a los judíos d...

Escenas del Quijote

Se aproxima la noche. Unos humildes cabreros comparten su cena con Don Quijote y Sancho. Tasajo de cabra, queso y bellotas, y, para alegrar el ánimo, un cuerno de vino que sin tregua pasa de uno a otro. El caballero es feliz. No lo fuera tanto si le agasajaran reyes o príncipes con las viandas más escogidas. Saciado el apetito, habla con voz pausada y clara a sus rústicos compañeros que no osan interrumpirle. El amable convite de los que apenas nada tienen ha traído a su memoria viejas lecturas que ahora refiere en obsequio de sus anfitriones. Hubo un tiempo en que no existían las dos palabras de tuyo y mío, en que los hombres todo lo poseían en común y no habían de preocuparse del mañana, pues la tierra generosa proveía a todas sus necesidades. Reinaba entonces la inocencia y no existían agravios ni rencillas. Pero aquellos felices siglos concluyeron y hoy por doquier imperan la ambición y la malicia. Por eso fue necesario instituir la caballería andante: para proteger a los débiles d...