La política en el laberinto. A propósito de un libro de Justo Zambrana (Tusquets. Barcelona. 2003)

Ya en la introducción menciona Justo Zambrana la débil elaboración teórica del socialismo español. Tras leer su libro no puedo por menos que mostrar mi total acuerdo con su afirmación. Algo queda claro en medio de confusas y maniqueas digresiones: al señor Zambrana, y suponemos que a la izquierda en cuyo nombre parece hablar, no le gusta el mercado. No voy a disputar sobre esto, aunque me parece una base en exceso débil para soportar el peso de una construcción política. Invocaciones a Hegel y a paradojas de la historia no bastan para convencernos de que el comunismo, al imponer un sanguinario dominio sobre millones de seres humanos, tuvo el efecto benéfico de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores de Estados Unidos y Europa Occidental, dado que llevó a los dirigentes de estos países a desarrollar políticas sociales de inspiración socialdemócrata. El argumento no es paradójico, sino malvado, pues lleva implícita la conclusión, que el autor no tardará en explicitar, de que la caída del comunismo ha dejado vía libre a los liberales, sin duda los villanos de la historia, para revelar, ya sin disimulos, su pérfido rostro y sus siniestros planes. Para Zambrana, la desaparición del Gulag no es, en realidad, un paso hacia la libertad, sino un retroceso en el camino hacia Utopía. Pero no temamos, para un progresista sólo existen estancamientos temporales. El movimiento antiglobalización y el atentado —ataque en palabras del autor— contra las Torres Gemelas muestran “que las carencias de este modelo son mayores que las del anterior y que se hace necesario un nuevo cambio del péndulo dialéctico en el devenir histórico” (p. 57). Demasiada solemnidad para sustancia tan ruin. Si el lector espera encontrar una dosis de autocrítica en lo que se presenta como una reflexión teórica sobre el papel de la izquierda en la política actual, quedará totalmente defraudado: pensamiento utópico, republicanismo y veneración por las austeras figuras fundadoras del socialismo, conforman un magma en que caben el Partido Demócrata de los Estados Unidos, el laborismo británico, la socialdemocracia continental y el movimiento antiglobalización. Extraños y temo que mal avenidos compañeros de cama que, dotados de una bondad innata, acabarán venciendo —pues sin duda oscilará el péndulo dialéctico del devenir— a los pérfidos liberales y conservadores, idólatras adoradores del mercado y destructores de la sociedad civil. Ni que decir tiene que Zambrana en ningún momento se pregunta si la decadencia de las Asociaciones de Vecinos y otras similares que conforman lo que parece entender por sociedad civil, pudo tener algo que ver con su instrumentalización por el Partido Comunista y otras organizaciones de extrema izquierda, en los postreros momentos de la dictadura franquista y en los titubeantes inicios de la transición. Tampoco reflexiona sobre la ausencia del Partido Socialista en este tipo de entidades. ¿Para qué?: en este mundo de buenos y malos, en que hasta el estalinismo tuvo un efecto benéfico, los papeles están definidos a priori y no es necesario descender a detalles triviales. El Partido Popular queda eternamente marcado por una suerte de pecado original, en tanto que la izquierda, ese abigarrado revoltijo de admiradores de Stalin y de Mao, de devotos de Trotski y de Castro, de seguidores de Willy Brandt y de Clinton, del Che y de Schroeder, de González y de Fischer, goza de una angélica y prístina inocencia. Tiene razón Justo Zambrana: el socialismo español padece de una grave falta de elaboración teórica.
Francisco Javier Bernad Morales

Comentarios

  1. Escrutando este medio que es Internet he encontrado tu blog y tu página. No sé si serás quién yo creo. En la foto te pareces pero no estoy completamente seguro pues han pasado unos treinta y cinco años desde la última vez que nos vimos. Sí que me choca, si eres la persona que yo conocí, el sesgo que ha pegado tu vida viendo algunas de las opiniones que expresas en el blog, pero bueno la entropía y el tiempo a todos nos modula. No pretendo criticar las opiniones que expresas simplemente saber si eres un antiguo recuerdo del pasado.

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  2. No sé. Hace treinta y cinco años, yo tenía dieciséis y recuerdo que un compañero de colegio se apellidaba Acedo. ¿Puedes ser tú? Desde luego mis opiniones son muy distintas de las de entonces. Me parece natural. He vivido muchas experiencias y he conocido muchas cosas que me han empujado a cambiar mi visión del mundo.
    No me parece adecuado escribir aquí mi dirección de correo, pero si quieres mantener un contacto más personal, puedes encontrar un enlace a ella en mi página web: http://www.franciscobernad.es/ Si me escribes te podré dar más detalles que nos ayuden a saber si somos viejos conocidos

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  3. José Manuel, olvidaba una pegunta: ¿Conoces a Pedro de Francisco?

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  4. Sí claro que conozco a Pedro, bueno conocí pues hace un montón que le perdí la pista también. Está claro que somos los de entonces. Te escribiré a tu dirección de correo.
    Recibe un saludo Paco.

    José Manuel.

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  5. Me alegro mucho de que nos hayamos encontrado. No olvides escribirme.

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