El NKVD en España: asesinato de Andreu Nin

En los meses de abril y mayo de 1937, los dos bandos enfrentados en la guerra Civil Española, vivieron un proceso hasta cierto punto similar. En ambos se tomaron medidas para afianzar la autoridad del Estado frente a las milicias y partidos. Así, el 19 de abril, Francisco Franco promulgó en Salamanca el Decreto de Unificación, por el que se disolvían los partidos políticos, que habían apoyado la sublevación y se les integraba en una nueva organización, denominada Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET de las JONS). La medida no fue bien acogida por una parte de los dirigentes carlistas y falangistas. Manuel Fal Conde, jefe de la Comunión Tradicionalista, exiliado en Portugal desde que, tras un intento de crear una academia militar carlista, se le diera a elegir entre marchar al extranjero o comparecer ante un consejo de guerra, se opuso y, aunque se le ofreció, se negó a jurar del cargo de Consejero Nacional del recién creado partido único. Por su parte, Manuel Hedilla, jefe nacional de Falange, fue arrestado el 25 de abril y condenado a dos penas de muerte, que le fueron conmutadas, aunque debió pasar varios años en prisión.

Casi simultáneamente, en la España republicana, el Partido Comunista preparaba una operación contra los grupos izquierdistas, destinada a debilitar a la CNT y aniquilar al POUM, auténtica bestia negra de los estalinistas, no solo por su política de que la victoria militar no sería posible sin el triunfo de la revolución, sino y, sobre todo, por sus continuas denuncias de la represión en la Unión Soviética. Se trataba, de esta manera de restablecer el orden en la retaguardia y de garantizar la propiedad privada. La revolución quedaría aplazada hasta el fin de la guerra.

Para entender mejor los acontecimientos de mayo de 1937, es preciso que hagamos una breve referencia a los orígenes del POUM. Este partido se había constituido en septiembre 1935, por la fusión de dos organizaciones: Izquierda Comunista de España y el Bloque Obrero y Campesino. La primera de ellas, dirigida por Andreu Nin, expulsado en 1930 de la Unión Soviética, donde había vivido durante diez años, era un grupo trotskista; en tanto que la segunda, liderada por Joaquín Maurín, se adhería a un vago comunismo de izquierdas contrario al estalinismo. El 18 de julio de 1936, sorprendió a Maurín en Galicia, desde donde intentó pasar a la zona republicana, pero fue detenido y encarcelado, aunque el hecho de que tardaran en descubrir su verdadera identidad le permitió escapar al fusilamiento. De este modo, quedó Nin como cabeza del joven partido. Ya en el invierno de 1936, el Partido Comunista inició contra el POUM una feroz campaña, que no hizo sino recrudecerse con el transcurso del tiempo. Los portavoces del estalinismo, José Díaz, Dolores Ibarruri, Santiago Carrillo o Jesús Hernández, entre otros, no perdían ocasión de acusar a los miembros de esta pequeña organización de ser agentes de Franco y de Hitler. Tras ellos, actuaba la verdadera dirección del PCE, en la que figuraban Alexander Orlov, jefe del NKVD en España, y Palmiro Togliatti.

El enfrentamiento se desencadenó el 3 de mayo, cuando el consejero de Orden Público de la Generalitat intentó recuperar el control de la central de Telefónica de Barcelona, hasta entonces en manos de la CNT. En pocas horas, la ciudad se convirtió en un campo de batalla. La lucha se prolongó durante cinco días y terminó con la derrota de la CNT y de sus aliados del POUM.

Como consecuencia de estos hechos, el PCE exigió la disolución del POUM, en tanto que organización al servicio del franquismo. La negativa de Largo Caballero, presidente del Consejo de Ministros, a ilegalizarlo, hizo que los ministros comunistas, secundados por el sector moderado del Partido Socialista, dirigido por Indalecio Prieto, y por los republicanos, provocaran una crisis de gobierno, que llevó a la presidencia a Juan Negrín (17 de mayo) y supuso la salida de los ministros anarcosindicalistas.

El 16 de junio, Nin, junto al resto de los dirigentes del POUM, fue detenido, pero en su caso, no quedó ningún registro de su paso por centros legales. Simplemente desapareció. El Partido Comunista se apresuró a proclamar que había huido a Salamanca o a Berlín. En realidad, había sido trasladado a una checa del NKVD en Alcalá de Henares, donde durante varios días fue sometido a toda clase de torturas (según Jesús Hernández llegaron a arrancarle la piel) con la finalidad de que confesara su relación con Franco y Hitler. Al no conseguir doblegarlo, lo asesinaron, seguramente por orden de Orlov o de Togliatti.

Cuando finalmente se celebró el juicio contra el POUM, octubre de 1938, sus dirigentes fueron condenados a prisión por rebelión, aunque se reconoció el carácter antifascista del partido, con el testimonio favorable de Largo Caballero y Federica Montseny, lo que evitó las penas de muerte, reclamadas por el PCE1.

Estos hechos muestran que el gobierno no controlaba la actuación de sus propias fuerzas de seguridad, profundamente infiltradas por el PCE, y como el NKVD actuaba en el territorio republicano con total impunidad. Curiosamente, Orlov, convocado en 1938 a una reunión en Amberes, receló que se trataba de una trampa para enviarlo a la Unión Soviética o asesinarlo y, tras adueñarse de unos 60.000 dólares del NKVD, escapó a Canadá, desde donde envió una carta a Yezhov, el jefe del NKVD, advirtiéndole de que si tomaba alguna represalia contra su familia haría público todo lo que sabía sobre los servicios secretos soviéticos. Yezhov, a su vez, fue arrestado el 10 de abril de 1939 y nunca se supo más de él, aunque se ha señalado que pudo ser fusilado en 1940. El cónsul general de la Unión Soviética en Barcelona, Vladimir Antonov- Ovseenko, que en 1917 había dirigido el asalto al Palacio de Invierno, fue llamado a la Unión Soviética, donde la Corte Suprema lo condenó a muerte en 1938, acusado de trotskismo y espionaje. Murió fusilado en 1939. Parecido final tuvo el embajador soviético Marcel Rosenberg.

En cuanto a Jesús Hernández, ministro de Instrucción Pública y de Bellas Artes, con Largo Caballero y con Negrín, fue expulsado del Partido Comunista en 1944. Su autobiografía, Yo fui ministro de Stalin, contiene interesantes datos sobre estos hechos.

Los sucesos de mayo y el juicio contra el POUM han sido novelados con gran rigor histórico por Juan Carlos Arce en La noche desnuda. El autor no oculta su simpatía por Andreu Nin, cuya capacidad política y teórica posiblemente sobrevalora, pues sus obras más conocidas, Las dictaduras de nuestro tiempo y Los movimientos de emancipación nacional, no alcanzan a otorgarle un puesto destacado en el pensamiento marxista, aunque desde luego son muy superiores a cualquiera de los escritos de Díaz, Ibarruri o Carrillo.


1Una buena información en IGLESIAS, Ignacio, “La represión y el proceso contra el POUM” http://www.fundanin.org/iglesias14.htm

Comentarios

Entradas populares de este blog

Por caminos de progreso

La degradación del bosque amazónico: una amenaza global

El octavo círculo: la orquesta de mujeres de Auschwitz