Joaquín Leguina. El duelo y la revancha

LEGUINA, Joaquín. El duelo y la revancha. Los itinerarios del franquismo sebrevenido, La esfera de los libros, Madrid, 2010, 222 pp.

Este libro es ante todo una lúcida defensa de la obra realizada por quienes ocuparon el poder en los años siguientes a la muerte de Franco y consiguieron, tras superar odios y rencores, edificar un sistema que ha dado a España y largo período de libertad y la ha anclado de manera firme al mundo occidental. Son logros magníficos, pero que desgraciadamente se ven amenazados por la inconsistencia intelectual y moral de la nueva generación que ocupa el poder y parece empeñada en crear un nuevo orden. Son personas que solo conocieron la dictadura en la niñez o ni siquiera eso, pero que están dispuestas a derrotar de una vez por todas a los militares sublevados. Estos franquistas sobrevenidos, como les llama Leguina, cuestionan la forma en que se llevó a cabo la transición, pues afirman que esta se fundamentó en el olvido de los crímenes franquistas. Se trata de una aseveración que el autor desmonta minuciosamente. La ley de Amnistía, como oportunamente señala, fue una reclamación de la izquierda durante aquellos años (que yo recuerde, solo los grupos trotskistas y parte de los maoístas se oponían a ella), y era, en definitiva, una plasmación de la política de reconciliación nacional, preconizada desde tiempo atrás por el Partido Comunista de España. Pero, contra lo que afirman los entusiastas de la memoria histórica, no impuso una amnesia colectiva. Desde el primer momento se multiplicaron las investigaciones sobre la represión y pronto se contemplaron reparaciones para las víctimas. No hubo, pues, olvido. En este sentido, la ley de Memoria Histórica resulta superflua.

Carga también contra quienes disculpan los crímenes en la zona republicana, achacándolos a elementos incontrolados, exasperados por las noticias que les llegaban de los asesinatos en la zona rebelde. Ante esto, exhibe llamamientos de Dolores Ibarruri, Luis Araquistain o Federica Montseny. Recoge, por ejemplo, unas palabras de esta última, escritas mientras era ministra del gobierno republicano: “Si se ha matado, ha sido por la convicción de que era preciso y con pleno conocimiento de causa. La ejecución de los fascistas es la revolución.” Los asesinatos de Paracuellos, las checas o las sacas ilegales de las cárceles, los paseos, solo fueron posibles, añade, debido a la complicidad de las autoridades.

Aquella ley, que Leguina afirma haber votado con reservas y por disciplina de partido, tiene como principal efecto establecer una visión canónica del pasado, infectada de maniqueísmo. No se trata, sostiene, de memoria histórica, sino de memoria inventiva. Especialmente duro se muestra con algunos de estos “franquistas sobrevenidos”, como Baltasar Garzón, Javier Cercas o Almudena Grandes, de quien reproduce un artículo de indescriptible vileza acerca de la madre Maravillas, seguido de la ejemplar réplica de Antonio Muñoz Molina.

Con ocupar la mayor parte del libro, no es este el único asunto tratado por Leguina. Junto a él aparecen duras críticas contra el pacifismo, el ecologismo y el feminismo radicales, que han usurpado el discurso de la socialdemocracia y que, transformados en poderosos grupos de presión imponen políticas disparatadas en lo económico, y establecen medidas de discriminación positiva, con las que se dinamita el principio de igualdad ante la ley.

Es una obra ardiente y dolorida, escrita desde el desengaño y la irritación de quien, sin renunciar a sus postulados de izquierda, ve como el partido al que ha pertenecido durante tantos años, destruye la magnífica obra de concordia que hemos dado en llamar transición y falsifica la historia, a fin de aquella aparezca como una continuación de la dictadura; en tanto que se presenta a sí mismo como continuador de la interrumpida obra de una II República elevada a la categoría de intocable mito democrático.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Por caminos de progreso

La degradación del bosque amazónico: una amenaza global

El octavo círculo: la orquesta de mujeres de Auschwitz