¿Qué piensa de Osip Mandelstam?
La pregunta le viene directa, sin tiempo para prepararse y, como con toda probabilidad le hubiera ocurrido a cualquier otro, sin remedio lo azora. Ante ella no es capaz de articular una respuesta coherente o mínimamente digna. El suceso dará lugar a múltiples versiones e interpretaciones que mucho después recogerá meticulosamente Ismail Kadaré. Ciertamente, Pasternak no sale de ellas bien parado. Se le reprocha no haber sido capaz de decir nada en favor del poeta detenido. Pero estamos en junio de 1934. Ha sonado el teléfono y al descolgarlo, alguien que se ha identificado como Alexander Poskrebychev ha indicado que le pasa el aparato al camarada Stalin. Pasternak alcanza a balbucir que pertenecen a distintas corrientes poéticas y apenas se conocen. Tras oírlo, el omnipotente secretario general del Partido le reprocha ser un pésimo camarada y, según algunas versiones, le pone como ejemplo a los bolcheviques, quienes ―dice― jamás abandonan a los suyos. Extraña afirmación, anotaremos al ...